viernes, 23 de diciembre de 2011

EL PRIMER ALCALDE SOCIALISTA DE ALMODOVAR DEL RIO: ARCHIVOS Y MEMORIA HISTORICA: VICENTE MUDARRA CAÑETE, por Ana Borrego Morales, Manuel Carmona Jiménez y Antonino Sanz Matencio


El presente artículo ha sido escrito para su inclusión en la Revista Cultural de 2011 del Ateneo Popular de Almodóvar del Río, institución a la que agradecemos su publicación.


La playa de Berria, en Santoña (Cantabría), comparte su hermosa  estampa con uno de los paisajes más tristes que uno se pueda imaginar. Dos montes la custodian, el macizo del Buciero al este y el Brusco, al oeste, a los pies se encuentra una de las cárceles más  famosas de nuestro país, donde muchos andaluces penaron sus condenas durante la dictadura franquista: El Dueso.

Justo al lado, entre el penal y la playa, se sitúa un pequeño cementerio, donde, entre otros, descansan los restos de aquellos que tuvieron la desgracia de morir en el interior de la prisión. Allí se encuentran también los del que fuera primer Alcalde socialista de Almodóvar del Río durante la II República, Vicente Mudarra Cañete.

Vicente Mudarra Cañete nació en Almodóvar del Río el 27 de Octubre de 1893, su padre, Francisco, era de Frailes (Jaén) y su madre, Amparo, de Almodóvar del Río. Jornalero campesino y albañil, Vicente Mudarra fué un autodidacta como tantos otros de su generación y desde muy temprano comprometió ese mayor saber con la defensa de los que eran de su misma condición.

La tradicional figura del “hombre bueno”, presente en el derecho laboral español y referida a aquel que puede asistir a los trabajadores en los procedimientos de conciliación, sin necesidad de ser letrado ni profesional del derecho, por su conocimiento de las relaciones laborales y su capacidad para negociar y velar por los derechos de los trabajadores, encaja perfectamente en la descripción que hacen de él quienes conocieron a Vicente Mudarra.

Un hombre bueno al que acudían gentes de clase humilde a pedir consejo y ayuda sobre cuestiones controvertidas, tratos, compraventas, cálculos relacionados con las faenas agrícolas, ajuste de salarios, medida de parcelas o incluso en los replanteos de pequeñas obras y reformas.

Se le recuerda también siempre al lado de las movilizaciones obreras, rodeado siempre de trabajadores en los momentos más difíciles. Con carácter general Vicente era un referente de la clase trabajadora, respetado y considerado por todos, lo que hoy llamaríamos un interlocutor válido.

Siendo muy joven intervino en la creación de la Federación del Trabajo de Obreros Agricultores, conocido popularmente como el “Centro Obrero”, fundado en Almodóvar del Río en Junio de 1918, y que luego tendría un importante protagonismo en el movimiento huelguista de los siguientes años y que tuvo representación en el Congreso de Castro del Río de ese mismo año y más tarde en otros congresos y asambleas celebrados tanto en Andalucía como otros de carácter nacional.

El 10 de febrero de 1921, Vicente aparece también entre los representantes de la Federación del Trabajo cuando se adquiere la Casa del Pueblo en la entonces calle El Toril núm.16, luego incautada por el régimen franquista y mas tarde convertida en Plaza de Abastos.

En Septiembre de 1925, mientras España vive la Dictadura de Primo de Rivera y el fin de la guerra de Marruecos, Vicente Mudarra aparece ya como concejal en el Ayuntamiento de Almodóvar del Río, cargo que mantiene en la nueva Corporación de Julio de 1927 hasta febrero de 1930.

El 16 de Abril de 1931 con la proclamación de la 2ª Republica reaparece otra vez Vicente como concejal y el 5 de Junio de ese mismo año ya figura como 2º Teniente de Alcalde. La dimisión en bloque de la mayor parte de aquella Corporación a partir de agosto le sitúan durante unos cuantos días como Alcalde en su condición de Presidente de la Comisión Especial Gestora nombrada el 1 de Septiembre de 1931.

Entre Septiembre de 1933 y Abril del 1934 vuelve a ser Concejal y finalmente el 9 de Marzo de 1936, tras el triunfo del Frente Popular, regresa como 2º Teniente de Alcalde a la última Corporación republicana presidida por Manuel Alba Blanes, ejerciendo como Presidente de la Comisión Municipal de Obras Públicas.

Ni que decir tiene, que ninguno de estos cargos y su continúa dedicación estaban remunerados y que había de compaginar su entrega a los asuntos públicos con la necesidad de mantener a una familia numerosa (seis hijos) junto a otra de las heroicas protagonistas de nuestra mas reciente historia local, su mujer y compañera Antonia Caballero, “La Palita”.

De su gestión política solo conocemos algunas pinceladas referidas al último período como Teniente de Alcalde, ya que, a pesar de los reiterados intentos y peticiones de acceso a los libros de actas municipales, que forman parte de nuestro Patrimonio Documental y de libre acceso según la normativa vigente, formulados durante los últimos años a la actual Alcaldesa, se nos sigue –incomprensiblemente- impidiendo la consulta y estudio de los mismos.

A pesar de esto, podemos citar que la ejemplar gestión, que se realizó ante el Obispado de Córdoba para la cesión de la Ermita y su rehabilitación como colegio, fue propuesta y gestionada personalmente, en nombre de aquella Corporación, por Vicente Mudarra y por el también concejal entonces Antonio Luna Cruz pidiendo expresamente que –la petición a formular al Obispado- debía “…hacer constar de forma clara y concisa en cuantos trámites se hagan, que no hacemos persecución religiosa, toda vez que en esta ermita no se celebra culto alguno desde tiempo inmemorial, encontrándose… en completo abandono. Aconsejamos tanto a la Corporación como al Sr.Secretario que esta resolución se lleve a efecto sin precipitación, que sería mal interpretada, pero con tenacidad inquebrantable hasta su total desenvolvimiento…” (Escrito firmado el 6/04/1936 por Vicente Mudarra Cañete y Antonio Luna Cruz).

El Obispado de Córdoba, en escrito de fecha 29/04/1936, “…en atención a las razones que se exponen en la instancia…/…y movidos del mejor deseo de contribuir por su parte a cuanto redunde en bien de esta villa, accede de buen grado a lo que se solicita y cede a este Ayuntamiento la propiedad de dicho inmueble para los usos y fines que desea. …”. Consta además el agradecimiento unánime de la Corporación a los dos concejales encargados de realizar esta gestión.

Volvemos a tener referencia de la intervención de Vicente Mudarra en la Comisión Especial encargada de conseguir locales destinados a escuelas públicas, concretada en el alquiler de sendas casas destinadas a tal fin, una de ellas en la calle Antonio Espín y otra en la calle Fernando de los Rios, hoy Federico García Lorca.

La sublevación militar y las incomprensibles paradojas de la vida y de la guerra llevaron a Vicente Mudarra de forma vertiginosa a pasar de estar gestionando la apertura de un colegio público a estar preso en ese mismo lugar, la ermita.

De la ermita a la cárcel de Córdoba y de allí al penal del Dueso en Santoña, Vicente Mudarra tenía poderosas razones y convicciones ideológicas suficientes como para ser capaz de seguir manteniendo con toda dignidad su reclusión y como para que alguien pudiera intentar hacerle creer a su viuda, con seis hijos, que –como recoge el parte médico de defunción- se había caído o se había tirado desde un tercer piso. 

Tan solo 23 días después de la finalización del conflicto bélico, Vicente Mudarra, proveniente de la zona republicana, se presentó en la comandancia de Almodóvar del Río, donde se le tomó declaración y quedó en prisión preventiva en la cárcel municipal acusado, por los informes recavados, de “inmensas tropelías durante la dominación roja”.

En el Archivo Histórico Tribunal Militar Territorial Segundo de Sevilla, donde se conservan los procedimientos instruidos por la Justicia Militar franquista en la provincia de Córdoba, compuesto por los Expedientes, Diligencias Previas, Causas, Sumarios y Sumarísimos de Urgencia relacionados con el aparato represor del régimen, encontramos el expediente abierto a Vicente Mudarra.

A partir de aquí aparecen los informes preceptivos de las “fuerzas vivas” del pueblo: Alcalde, Sacerdote, Jefe de la Falange y comandante de puesto. Todos presentan una curiosa coincidencia en su redacción y en los cargos que le imputan al penado: extremista peligroso, Concejal del Frente Popular, miembro del Comité de Defensa de la República, etc.

El 10 de mayo de 1939, Vicente comparece ante el Juez y declara que ha sido miembro de UGT y de la CNT, que no participó en la huelga (movimiento revolucionario) de octubre de 1934, que al inicio del conflicto era 2º teniente de Alcalde, negando las acusaciones que le hacen y pone como ejemplo que liberó, con ayuda de otros, al cura párroco y a otros ciudadanos que estaban detenidos en el Ayuntamiento.

Una vez instruido el expediente, exclusivamente con testigos contrarios al penado, en la Audiencia Pública el fiscal solicitó la pena de muerte para el encartado, el cual seguía negando cada una de las acusaciones realizadas. Finalmente, el 23 de Septiembre de 1939, Vicente Mudarra fue condenado por un delito de adhesión a la rebelión a prisión militar perpetua, que le sería conmutada mas tarde a 20 años y un día de reclusión mayor.

Hay que resaltar en este punto que, al igual que en otros casos, que las distintas acusaciones que se imputan en la instrucción de este expediente a la figura y actuación de Vicente Mudarra ni siquiera constan en los expedientes de Almodóvar del Río existentes en el Archivo Histórico Nacional en relación con la denominada Causa General.

Esta Causa General fue un proceso elaborado por la Fiscalía General del Estado, encargado por Franco mediante decreto de 26 de abril del 1940, con el objetivo de “dar a conocer los hechos delictivos cometidos en todo el territorio nacional durante la dominación roja”. Para elaboración de la misma se formó un sumario en cada provincia y cada municipio bajo la dirección de los respectivos fiscales provinciales. El proceso fue empleado tanto como instrumento para la represión de un gran número de opositores, como para fines propagandísticos, justificación de las represalias ejercidas, legitimación del régimen y de la sublevación en contra del Gobierno de la República.

En la pieza correspondiente a Almodóvar del Río, en la relación de hechos punibles, víctimas y autores o sospechosos, firmado por el Alcalde con fecha 17 de Diciembre de 1940, a pesar de ser elaborado por las mismas instituciones y con las mismas informaciones e informadores que el Sumario contra Vicente Mudarra encontrado en el Archivo Militar, no consta su nombre ni como autor, ni inductor, ni sospechoso, en ninguno de los casos.

En conclusión, nos hayamos frente a dos causas judiciales instruidas por las mismas instituciones y que llevan a resultados contradictorios, en los que en una de ellas se condena a un ciudadano por unos hechos que no le son imputados en la otra.

Vicente Mudarra ingresó el 28 de octubre de 1940, como ya hemos mencionado, en la Colonia Penitenciaria de El Dueso procedente de la tristemente recordada Prisión Habilitada de Córdoba.

En el Expediente Penal de Vicente Mudarra (conservado en el Archivo del Ministerio del Interior-Instituciones Penitenciarias) puede seguirse el periplo vital a lo largo de su condena, entre los que encontramos los testimonios de sentencia, las liquidaciones periódicas de condena, las certificaciones de situación penitenciaria para la obtención de subsidios por parte de la familia, etc.

El 30 de Junio de 1943 Vicente pasa a la Prisión de Torrelavega donde ingresará en el batallón disciplinario que construirá en Ganzo, la fá­brica más grande de celulosa de España (SNIACE).

En noviembre de 1943 regresa a El Dueso, donde a finales de año será propuesto para la obtención de la libertad condicional.

Esta no llegará. El 6 de Enero de 1944, por circunstancias no aclaradas, Vicente cae desde un tercer piso, muriendo a las pocas horas como consecuencia de las lesiones sufridas.

Poco se supo más de las circunstancias que rodearon la muerte de Vicente Mudarra, ni siquiera del lugar en que fueron depositados sus restos mortales.

Entre sus pertenencias personales en la cárcel, Vicente tiene libros de problemas con los que enseñar a otros presos, plumilla, palilleros y tintero, una regla de madera y un diario personal, donde relataría el devenir de su odisea, tan próxima a terminar, que es impensable que se tirara por una ventana.

Hay que abstraerse hasta imaginar un horrible régimen de terror, tortura y aniquilación del disidente ideológico para entender el único crimen que si cometió Vicente Mudarra: creer en los de su clase y en la necesidad de saciar sus ansias de justicia, cultura y de superación de sus miserables condiciones de vida.

A la “Palita” no le contaron nada. La dejaron, sin más explicaciones, viuda y sin rechistar, ni siquiera supo el lugar donde quedaron sus restos y solo 66 años después, su única hija viva y sus nietos han podido saberlo.

Vicente Mudarra murió de “ley de fugas” –como tantos- porque era un hombre bueno cuya dignidad resultaba tan insoportable a sus verdugos como la del gitanillo del “puente de los ríos” que nos contaba, en su poema del cante hondo, Federico García Lorca.

En Agosto de 2010 hicimos un viaje a la memoria. Visitamos la hermosa playa de Berria y homenajeamos a algunos de los que pasaron por el Penal de El Dueso.

Llevábamos con nosotros la ilusión y la esperanza de otros que no pudieron estar físicamente en ese lugar y ese momento, entre otros la de los familiares de Vicente Mudarra.

Contactamos con los servicios municipales que gestionan el cementerio y comprobamos que los cadáveres de los presos que no habían podido ser reclamados por las familias eran enterrados en fosas comunes en el cementerio.

El funcionario nos indicó el lugar donde todavía hay restos y no se han construido nuevos nichos encima.

Allí quedaron los restos mortales de cientos de presos, entre ellos los de Vicente Mudarra Cañete.

No hay placas. No hay lápidas. Nosotros dejamos allí unas flores y, para siempre, nuestro recuerdo.

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